Ediciones

       Podríamos hablar de Luis Morado en términos biográficos: nació en Buenos Aires en 1955, estudió pintura, colaboró en talleres, donó sus obras a instituciones solidarias, realizó exposiciones, recibió premios, da clases. Eso nos hablaría de un pintor.
       Podríamos decir que “…lleva la sonrisa de una mujer prendida a su deseo”, que dedica su amor y su obra a esa mujer y a sus hijos, que “frente al totalitarismo del odio…”, se inclina por la militancia del amor. Eso nos hablaría de un hombre.
       Ahora bien, si su obra nos ilumina un retazo de verdad oculta tras las pequeñas verdades cotidianas, dejándonos oír un grito sagrado, invitándonos a compartir su desazón frente a la ausencia, recuperando la memoria necesaria para homenajear a los caídos; si el mirar con sus ojos, nos ayuda a un sentir más profundo, y a un reflexionar más genuino, entonces, estamos frente a un artista.
    Porque Luis Morado es sobre todo eso: un artista. Conjunción de hombre, pintor e individuo comprometido con su tiempo, consecuente en su pedido de castigo a los culpables, desde la experiencia del dolor, el color y la imagen.
       Hoy tengo el privilegio y la alegría de resaltar su talento, acompañando este objeto precioso y sencillo: este sobre con postales destinadas a quien quiera recibirlas, enviarlas, interpretarlas, contemplarlas o sólo coleccionarlas, así como se conservan los buenos recuerdos, las cartas de un amigo o las huellas sensuales de aquellos raros momentos que nos confirman que la vida sigue siendo una tarea que vale la pena reinventar.  
                                                                                                    Beatriz Pustilnik






     Editorial Araucaria - Signos del topo.  Buenos Aires 2006.
    Esta edición contiene doce hojas sueltas (una portada, cinco imágenes, cinco poemas, una noticia biográfica)  y su tirada es de 260 ejemplares numerados del 000 al 259, firmados por los autores e impresos en junio de 2006.
    Los poemas pertenecen a Alberto a. Arias y las imágenes a Luis Morado.










    

    Editorial Araucaria - Signos del topo.  Buenos Aires 2008.
    Esta edición consta de 200 ejemplares numerados.  Contiene textos inéditos de Beatriz Pustilnik y grabados de Luis Morado; el primero de éstos, impreso con taco original.  El prólogo es de Patricia Suarez.


Palabras

 Este libro de grabados es un libro de enigmas. Los primeros dos: ¿pueden las imágenes ponerse en palabras?, y ¿pueden las palabras verterse a imágenes? Éstas parecen ser las preguntas básicas sobre las cuales se edifica el libro, y la ardua lucha por resolverlas que llevaron a cabo Luis Morado, artista plástico, y Beatriz Pustilnik.
Pero se suma a las respuestas que ellos encontraron otro milagro más. Uno pequeño, íntimo, como son los milagros que de verdad ocurren a las personas.
Grabados es un libro como un diario íntimo, como un cuaderno de apuntes. Como si Luis Morado, hubiera dicho: “¡Si me voy de viaje, éstas son las imágenes que me llevo. Con una gubia me tallo el corazón y ahí está: las dejo sonando. Si viene la Muerte, estas imágenes son las que me quedo”. Como las del gato Espartaco, que acompañó durante catorce años al grabador. “Burlo la Muerte con estos grabados”, parece decir él.
Sin embargo él no lo dice.
Aquí es donde ocurre el milagro.
La que las dice es Beatriz Pustilnik.
Bueno, habrá pensado Beatriz, me llamaron como escritora.
Un escritor es un tipo que hace pocas cosas. Se imagina qué haría uno si fuera tal o cual personaje y lo anota. Si yo fuera Hamlet, piensa Shakespeare, me volvería loco de dolor por el asesinato de mi padre. Si yo fuera el Quijote que vivió solitario y sin mujer tantos años, piensa Cervantes, cuando viera a una simple posadera creería que es una princesa.
Pero aquí no sirve imaginar. Porque aquí ya están las imágenes, hermosas imágenes, apiladas en el color y en la madera. Así que ella tuvo que meterse por la chimenea a la cabeza de Luis. Fue salpimentando una por una las sensaciones, los sentimientos de quien eligió, de todo el vasto mundo, representar justo éstas y no otras imágenes. Una elección así nunca es inocente; esta serie de imágenes son, para ambos artistas que trabajaron en ellas, metáfora del universo.
El gato, la mujer tendida, el autorretrato, el corazón bajo la casa.
Beatriz desgranó este rosario de pocos misterios para volcarlos en palabras.
Luis los vio.
Hay quien dice –y yo lo creo- que todo producto artístico es sagrado.
Mirar, leer, es volverse devoto.
Permítanse ahora volverse devotos del libro que tienen delante.
El primer paso del camino para crear una religión propia, personal.
Patricia Suárez




EDITORIAL NUESTRA AMÉRICA


Sobre los grabados

El autor es Luis Morado, un querido compañero que colabora con la editorial Nuestra América desde hace muchos años. Artista de gran trayectoria que generosamente contactó a otros catorce excelentes grabadores para dar vida en imagen a los textos del Nº 1 de la colección Gurí, “Cuentos de amor, de locura y de muerte”. Ahora este libro, el Nº 2 de Gurí, es totalmente ilustrado por Luis y en su técnica descubriremos el carácter que le imprime un espíritu particular a sus obras.
Mientras voy recorriendo los grabados sin detenerme a analizarlos demasiado, dejo que la sorpresa, que no pide permiso, se exprese a través de las burbujeantes primeras impresiones:
En un estado de hipnotismo visual me encuentro perdido entre las fauces de la tortuga gigante debido a la atracción de los círculos trazados en su cuerpo que me conducen hasta el ojo que mágicamente me introdujo a esa gran C que es su boca. Luego el hombre moribundo y la tortuga extenuada me miran fijo y quedo cual lector sorprendido, mientras se adentran recordándome que es un tedioso, largo y fatigoso viaje con un objetivo maravilloso.
Los flamencos, alegres unos, doloridos otros, las víboras con rostro de haber sido aplastadas mientras alguna otra lanza su bifurcada lengua de ataque y se van enredando como pueden en largas y finas patas de aves invasoras... luego, el loro pelado, la mirada acechante del tigre que me deja estupefacto, los yacarés, la graciosa, bella y grácil gama, el cachorro de coatí enjaulado, las rayas y el paso de Yabebyry y el ni nunca que se asemeja a un ‘nunca más del mundo animal’, la abejita haragana y su mirada socarrona… y así todos los grabados que acompañan los Cuentos de la Selva.
Cada uno de los grabados de Luis Morado es para realizar una gran lámina, un afiche, un cuadro de excelencia que adorne nuestras paredes o un mural en los paredones callejeros, porque tienen vida propia y al verlos recordaremos uno a uno las historias de los Cuentos de la Selva.

Marcelo Cafiso
Desde el Bohío
Nuestra América Editorial
Septiembre 2013.



Esta edición presenta diecisiete obras que llevan el nombre de “Flores Imaginarias” se trata de grabados realizados  xilográficamente con matriz plástica de alto impacto y matriz serigráfica.
              A medida que cada flor iba surgiendo fue enviada a un escritor. A todos ellos mi agradecimiento pues cada una de ellas regresó con un texto, algunos poéticos y otros en prosa.
              Cada autor tuvo ante sí una flor. Esa, y no otra, le dijo cosas tan sólo a él o, tal vez, él quiso verlas. En cuanto a mí, el escrito que llegaba era la historia y no había posibilidad de otra.
              ¡Flores azarosas estas imaginarias! Sus pétalos son aire que empujan las letras, amontonan las palabras; son disparos dispersos hechos en la oscuridad. Perfume… color que ilumina el nacimiento y anuncia historias  por descubrir.
              Estas flores quieren  ser también un humilde homenaje a los que no están; a los rebeldes, que no se conformaron, y comprendieron que sólo se puede transformar si se es capaz de concebir e imaginar hasta el detalle un mundo diferente; para ellos estas flores imaginarias.

Luis Morado